Felipe cuenta que con su trabajo no quiere eliminar la historia que contiene cada arma, como lo harían al fundir los fusiles; al contrario, su intención es que se note que sigue siendo un arma, pero con un significado diferente.
“He intentado por todos los medios que me donen los fusiles de la guerra, pero no para fundir, porque con mi trabajo no quiero afectar el medioambiente, lo que yo hago es transformar esas armas, desbaratarlas y convertirlas en un símbolo de ‘Popconflicto’ ”, añadió.

Para Felipe, la historia que guarda cada cuchillo y machete es demasiado fuerte como para olvidar. “En el 2010, el Distrito me envió una volqueta con más de 25.000 armas blancas, yo tenía que quitarles la cacha para transformarlas, fue aterrador ver que aún tenían rastros de sangre”.
El arte del ‘Popconflicto’

Con esas mismas navajas, algunas conocidas como patecabras, creó La Virgen de los Cuchillos, la escultura con la que ganó en el Museo de Arte Moderno de Viena. “Es la virgen de la contradicción, mírela, no tiene rostro ni manos, porque es una contradicción, la gente se ampara en los símbolos religiosos para cometer delitos”.
Esta obra hace parte de una serie que Felipe nombró ‘Popconflicto’, el arte popular que se expresa a través del conflicto armado y social. “Me interesa que a través de mis esculturas se invite al desarme, que se haga pedagogía por la paz”, explicó el artista.

En junio se celebró el Día de la Memoria de Guatavita. Allí, Felipe Ruiz expuso su obra más grande, la Libélula de la paz, un helicóptero que la Cruz Roja de Cundinamarca le donó y al que transformó con 1.500 cuchillos. Tardó un año en terminar esta obra, que le demostró “cómo una escultura logra que una comunidad como lo es Guatavita, escéptica al cambio, se cuestione sobre si van a aceptar un país nuevo o nos vamos a quedar en las mismas, en guerra”, finalizó Felipe.

LEIDY TATIANA ROJAS
Redacción EL TIEMPO ZONA